- Eh, mirame.
Ella rehuye el verde profundo de unos ojos que la culpan de todo.
A ella le gusta estar escondida, acurrucada, a oscuras... esos ojos dan demasiada luz. Y estásn clavados en ella, como puñales, pero que sin embargo, sólo rasgan piel.
Él la busca sin descanso, se pregunta por el color de su mirada, por su sonrisa. No la conoce, pero está enamorado.
Lento, pronuncia su nombre y deja que rebote en las paredes de la habitación, que se escape por la ventana y se diluya en el viento.
-
Alicia.Una lágrima resbala por los labios de ella, que golpea la pared y grita, porque está condenada a estar sola.
- Soy para ti - dice, temblando -, no tuya.
Y se va, y le deja solo en la inmensa habitación. Y él sabe que cuando salga por la puerta tendrá ya otro rostro, porque ella es diferente para todos, pero no es de nadie.
Y, sin embargo, sonríe... porque le ha visto los ojos. Azules y crueles, fríos como un muro de hielo que, lentamente, se derretía sobre su preciosa cara.
Alicia, Aletheia, Verdad.