¿Qué más puedo hacer? Si estoy rendida, humillada, arrastrando mi piel desgarrada sobre los ásperos confines del descontrol.
Mi cuerpo se quiebra en mil pedazos, como el frágil vidrio, a cada caricia asestada con la violencia de una brisa. El susurro me atrona sin piedad y el amor me hunde entre muros de discorida.
Y aún así, ella... etérea, liviana y pura, teje mis sueños en hilos de plata, viste mi voz con el desgarro de un grito libre que rompe los límites del desasosiego.
Oh, qué bello instante, descolgado de la gran cadena. Como un frágil pétalo que fluye en el seno del viento. Nunca mi voz volverá a sonar así, ni ésta lágrima a caer, ni a fluír esta misma sangre. Nunca más te amaré de esta forma, ni seremos tan jóvenes como ahora.
Mi cuerpo se quiebra en mil pedazos, como el frágil vidrio, a cada caricia asestada con la violencia de una brisa. El susurro me atrona sin piedad y el amor me hunde entre muros de discorida.
Y aún así, ella... etérea, liviana y pura, teje mis sueños en hilos de plata, viste mi voz con el desgarro de un grito libre que rompe los límites del desasosiego.
Oh, qué bello instante, descolgado de la gran cadena. Como un frágil pétalo que fluye en el seno del viento. Nunca mi voz volverá a sonar así, ni ésta lágrima a caer, ni a fluír esta misma sangre. Nunca más te amaré de esta forma, ni seremos tan jóvenes como ahora.